Sabina
cantaba canciones de Mediterraneo (ese disco emblemático de Serrat que, andan
diciendo por ahí, contiene la mejor canción escrita en la historia de la música
popular de España), en Londres, durante su exilio. El de Úbeda ya conocía al
catalán. Pero el del Poble Sec al de Tirso
de Molina, no.
Habría de
llegar el año 1978 cuando Joaquín inició su carrera "profesional" en
la música, con aquello de Inventario, donde aparecía sentado en una cama, con
una mujer detrás, y cubierto el rostro de barba. Fue el debut. El mismo año, un
Serrat consolidado, con olor a leyenda ya, traía un disco sencillo, titulado,
presicamente, 1978. Sabina ensayaba sus inicios y el Nano se daba el lujo de
resumir la historia de Cataluña en 7 minutos.
Casi veinte
años después de inciada la carrera, Joaquín habría de hacer pública la
admiración al Nano "Que no me toca nada y es mi hermano", cantaba
Sabina, y razón tenía "La historia
es de pura admiración. Ni siquiera éramos amigos cercanos. Manteníamos una
relación de discípulo a maestro. La hice para ver si se fijaba en mí"
contó en una entrevista. Luego bromeaba que la hizo para que Joan le
retribuyera con otra canción y el cabrón jamás lo hizo. ¿Habrá sido la canción 'Mi primo el Nano' el
orígen de esta aventura hoy llamada 'La orquesta del Titanic'? No lo sabemos.
Sabemos que frecuentaron los mismos círculos, que tenían amigos en común, antes
y después de ello, cada uno iba tejiendo su estilo, construyendo su monumento.
El tiempo, y la amistad, años después, los juntaría en un mismo escenario. Dos
pájaros de un tiro, que ahora contraatacan. Pero volvamos a la inquietud
inicial de este texto. ¿Cuál es el orígen de esta unión?
Para saber
dónde se inicia esta travesía propongo frotar la lámpara, invocar a un genio,
de perfil filipino que va desnudo en ascensor. A Luis Eduardo Aute, el de las
rosas en el mar. Él nos dice, con esa cándida voz: "Joaquín Sabina y Joan
Manuel Serrat se conocieron en mi casa; Sabina es más urbano, Serrat más del
barrio, pero ambos son geniales". Amén, Luis Eduardo. Y gracias.
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